El gran arquitecto Antoni Gaudí i Cornet (Reus, Tarragona, 1852 – Barcelona, 1926) construyó tres edificios fuera de Cataluña, todos en el Camino de Santiago, y dos de ellos en la provincia leonesa: el Palacio Episcopal de Astorga, la Casa Botines en León y el Capricho de Comillas, en Cantabria. Con el horizonte del año 2026, en que se cumple el centenario de la muerte de Antoni Gaudí, ya se han dado los primeros pasos para solicitar que esas tres obras alcancen la declaración de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Entre ellas, la historia de la Casa Botines, en León, bien podría protagonizar una película llena de giros del destino. En 1886 dos socios comerciantes leoneses, Simón Fernández Fernández y Mariano Andrés González-Luna, dueños de una casa de cambio de oro y títulos bancarios y de venta de tejidos en la plaza Mayor de León, deciden trasladar su negocio a la plaza de San Marcelo. Con ese fin, el 14 de julio de ese año compran por 17.000 pesetas al duque de Uceda y sus dos hermanas, las duquesas de Béjar y de Medina de Rioseco, un terreno de 2.390,5 metros cuadrados frente al palacio de los Guzmanes, actual sede de la Diputación Provincial de León. Su idea es construir un magno edificio de viviendas, cuya planta baja y sótano además albergarían su tienda y almacén.
La empresa 'Fernández y Andrés' era conocida popularmente como 'Casa Botines' desde 1834, cuando el originario negocio de tejidos, enseres domésticos, muebles y antigüedades fue fundado en la plaza Mayor por el comerciante catalán Juan Homs Botinàs, conocido desde su llegada a la ciudad por la versión castellanizada de su apellido, 'Botines'. Trajo consigo a su hermana Rosa, que se casó en 1844 con su empleado Simón Fernández Fernández. Cuando Rosa murió en 1856, el viudo, pocos meses después, contrajo segundas nupcias con la sobrina de Botines, Teresa Riu y Homs. El matrimonio tuvo siete hijos pero ella, a su vez, falleció en 1866.
A la muerte del Sr. Botines en 1878, siendo soltero y sin descendencia, la Sociedad Mercantil pasó a ser regentada por Simón Fernández, en su prevalente condición de empleado y familia política del fundador. Fernández se asoció con otro destacado miembro de la empresa de Botines, Mariano Andrés González-Luna. Nacía entonces la sociedad Fernández y Andrés, la que contrató la obra de Gaudí.
Pero durante los cuatro años siguientes a la compra del solar, se desarrolló un pleito emprendido por el Ayuntamiento de León a instancias de un propietario colindante, opuesto a la construcción del edificio allí, argumentando que tapaba parcialmente la fachada del palacio de los Guzmanes en su visión frontal y negando que la totalidad de ese terreno fuera de titularidad privada. En mayo de 1891 se dictaba la sentencia, que solo reconocía a los promotores la propiedad de una superficie de 800 metros cuadrados, la tercera parte de lo esperado, sobre la que finalmente se construiría el edificio, lo que implicó redimensionar el proyecto a la baja. También supuso que Simón Fernández no pudiera ver la casa construida, pues falleció durante esos años de demora.
El empresario catalán Eusebi Güell, mentor de Gaudí, mantenía relaciones comerciales con Fernández y Andrés, que además eran representantes en León del Banco Hispano-Colonial de Barcelona, fundado por el Marqués de Comillas, suegro de Güell. Este les recomendó para construir el edificio a Gaudí, que en esos tiempos terminaba el cercano Palacio Episcopal de Astorga (aunque dimitiría antes de concluir la obra), cuyo obispo a la sazón era Juan Bautista Grau i Vallespinós, nacido en Reus, como el arquitecto.
Pocos meses después de la adquisición de la finca, los propietarios contactaban con Gaudí. En 1889 este llegaba a León. Simón Fernández y Mariano Andrés le esperaban en la estación acompañados por quien le hospedaría en su casa, Cayetano Sentís i Gran, canónigo doctoral de la Catedral de León, natural del municipio tarraconense de Riudoms, igual que el padre de Gaudí, y miembro de la floreciente colonia catalana en León en ese momento. La ciudad contaba entonces con unos 13.500 habitantes. Fue la primera de una larga lista de visitas. Entre 1889 y 1893, Gaudí volvería a tierras leonesas hasta en una decena de ocasiones, para supervisar el progreso de los trabajos. El viaje desde Barcelona a León por vía férrea duraba unos tres días.
Simón Fernández y Mariano Andrés encargaron a Gaudí un edificio que les permitiera gozar de un espacio comercial amplio, almacenes para su mercancía y viviendas para sí mismos y para familias burguesas en régimen de alquiler. Gaudí diseñó un bloque de siete plantas inspirado en las más recientes construcciones de la burguesía barcelonesa y parisina, con planteamientos inspirados en los de Napoleón III y el barón Haussmann para el ensanche de París: planta baja para los negocios, sótano para almacén, primera planta para la residencia de los propietarios y plantas superiores para alquiler. El edificio leonés, de este modo, consta de sótano, planta baja donde se ubicaban las oficinas del comercio de Fernández y Andrés, planta noble para las dos residencias de los propietarios, tres plantas superiores con 12 viviendas más en total (cuatro en cada piso) para alquilar, y sotabanco o desván. La casa disponía de agua corriente, toda una novedad entonces en la ciudad.
Gaudí diseñó el inmueble con un doble propósito residencial y comercial: al destinar a éste la planta baja y el semisótano, dejó en ellos un gran espacio diáfano, sustituyendo los pesados muros de carga por 28 pilares de hierro colado, mientras que en las cuatro plantas superiores, destinadas a viviendas, mantuvo los habituales muros de carga.
Gaudí firmó los planos en Barcelona en diciembre de 1891, mes en que el Ayuntamiento de León autorizó la ejecución del proyecto, para iniciar la excavación el 4 de enero de 1892 y la cimentación tres meses después. La obra finalizó en octubre, en solo diez meses desde su inicio, lo que provocó cierto recelo sobre su fiabilidad entre la población. Algunos ingenieros criticaron sus novedosas técnicas constructivas, y a ellos Gaudí les respondió: "Que me envíen sus informes técnicos por escrito y los colocaré en unos marcos en el vestíbulo de la casa cuando esté terminada". No consta que recibiera ninguno. Al malestar ciudadano contribuyó el hecho de que para la construcción Gaudí empleó mano de obra catalana, en lugar de local.
Gaudí estudió los monumentos de la ciudad, especialmente el contiguo renacentista Palacio de los Guzmanes, a fin de integrar su obra en el entorno. El inmueble que diseñó, de planta trapezoidal, de estilos neogótico y modernista, recuerda exteriormente a una fortaleza medieval, con fachada pétrea, 365 ventanas -como los días del año- inspiradas en la catedral gótica de León, y cuatro estilizados torreones en las esquinas, rematados en agujas de pizarra. En el interior de las agujas Gaudí camufló decenas de cabezas de dragón, de madera y con la boca semiabierta. Se descubrieron fortuitamente en 2020.
El edificio cuenta con un foso protegido con una reja de hierro forjado, rematada por pinchos curvados como garras, que sirve para dotar al sótano de ventanales, y una cubierta inclinada a cuatro aguas para trasteros y vivienda del conserje, cuyos seis lucernarios proyectan luz a los patios interiores, dispuestos en forma de embudo, lo que permite la continua renovación del aire en las estancias interiores, combinando vidrio, madera y metal.
El inmueble fue inaugurado el 15 de septiembre de 1893, con la colocación del conjunto escultórico en piedra del 'San Jorge y el dragón' sobre la lobulada puerta principal de la edificación. En uno de los planos del edificio alzado, escala 1:100, datado en Barcelona en diciembre de 1891, ya puede apreciarse esta figura que tenía previsto colocarse en la construcción. La escultura de San Jorge, de unos 2,9 metros, fue tallada por Antonio Cantó a partir de un modelo vaciado por Lorenzo Matamala Piñol, escultor de la Sagrada Familia. El modelado del San Jorge fue realizado en Barcelona en 1892 por Matamala, según se dice haciendo de modelo el propio escultor, y el dragón fue tomado de uno de los ubicados en los contrafuertes de la Sagrada Familia.
Años después, la piedra de la figura sufría un proceso de descomposición, desprendiéndose la mandíbula del dragón, por lo que en diciembre de 1952 se desmontaba para su restauración. En ese momento hallaron en su interior un tubo de plomo conteniendo los planos de la Casa Botines, de planta y alzado firmados por Gaudí; ejemplares del diario leonés 'El Campeón' de enero y febrero de 1892, con noticias sobre el solar, así como varias monedas; y el contrato de propiedad y el acta de conclusión de las obras del edificio, con el calendario de edificación señalando los responsables de la misma, para cada tarea. Varios elementos que aparecen en estos planos originales finalmente no se añadieron al resultado final. En junio de 1956 se repuso el San Jorge en su lugar, pero no el original por estar muy expuesto a la climatología, sino una réplica modelada por Rafael García Morales y tallada por Andrés Seoane, en una piedra más resistente. La escultura primigenia fue entonces destruida con autorización de la Comisión Provincial de Monumentos, "por haber sufrido graves desperfectos, a consecuencia de la acción del tiempo y de los agentes atmosféricos, la piedra en que estaba construida la figura original de San Jorge".
Gaudí diseñó en este edificio su primera casa de vecinos, utilizando por primera vez soluciones de habitabilidad que utilizaría el resto de su vida. Combina la decoración con la funcionalidad, en un marcado contraste entre el estilo arcaizante del exterior y la modernidad de los detalles interiores. Como respuesta al invierno leonés, utilizó recursos inusuales para él: gruesos muros calizos de piedra griotte casi blanca de la montaña leonesa y tejado de pizarra gris para facilitar la caída de la nieve. Para maximizar la iluminación interior, ubicó tragaluces en el tejado y una profusión de ventanales neogóticos, que aumentan en número a medida que se desciende de planta.
Fallecido ya Simón Fernández, en 1902 sus hijos José y Aquilino Fernández Riu vendieron su parte de la casa por 200.000 pesetas a Mariano Andrés y a la muerte de éste en 1911 la casa pasó a su viuda e hijos, hasta su adquisición en 1929 por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León por 750.000 ptas. Esta subroga los contratos de alquiler e instala sus oficinas en la planta baja. El edificio continuó como casa de vecinos hasta 1992. En una primera reforma se eliminaron 7 de los emblemáticos pilares del sótano, que serían reintegrados en 1994, momento en que se le aplicó una exhaustiva restauración que recibió el premio Europa Nostra. La casa mantuvo su uso bancario hasta 2016, cuando la Fundación Obra Social de Castilla y León (FUNDOS) decidió musealizarla y abrirla al público, lo que ocurrió en 2017 bajo la denominación de Museo Gaudí Casa Botines, que mereció en 2021 el Premio Castilla y León de las Artes. No en vano, ya había sido declarado Monumento Histórico en 1969.
Enfrente del icónico edificio leonés, una escultura en bronce de Gaudí sentado en un banco, firmada en 1996 por José Luis Fernández, el autor de las cabezas de Goya que se entregan a los premiados con este galardón cinematográfico, permite aposentarse a su lado y mirar desde esa perspectiva privilegiada el espléndido fruto de su talento. Al otro extremo del banco se posa también una paloma de bronce; no en vano, la naturaleza siempre inspiró la genialidad del arquitecto catalán.