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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

El equipo como base asistencial


Tras la catástrofe por la DANA en la Comunidad Valenciana, parece que España vuelve a la normalidad poco a poco. Las noticias habituales vuelven a ser los jaleos políticos o, más bien, politizados. Entre tanto, siguen surgiendo cuestiones al margen de las siglas electorales con alta importancia que se deben destacar. Mismamente, esta semana se votó en el congreso el proyecto de SATSE (Sindicato de enfermería que sigue conteniendo en su nombre a las ATS que ya están jubiladas).

Lleva años hablándose de la "futura" Ley de Seguridad del paciente. Esta misma contempla que los ratios de profesionales-pacientes son extremadamente altos, generando peligros potenciales y múltiples errores cada año. Sin embargo, se ha visto eclipsado por completo con tanto debate absurdo, como si los chanchullos de Ábalos fuesen el centro del universo.

Por otro lado y, por el momento incluso más importante que lo anterior, esta semana Julia Roiz publicó en Redacción Médica un artículo que debería hacer reflexionar a todo el sistema sanitario, público y privado. El artículo se titula 'Los médicos ven menos útil aprender de compañeros de otras profesiones'. En él, explica que conforme a un estudio que valora la educación interprofesional, las enfermeras junto a los farmacéuticos y odontólogos ven positivo aprender de profesionales sanitarios de otras categorías.

Por el contrario y en modo spoiler, el titular refleja que los médicos opinan lo contrario, fruto de una "batalla silenciosa por hacer valer su poder en el sistema sanitario" entre profesionales. Para contextualizar la situación, Julia hace referencia a un artículo anterior del mismo medio donde las enfermeras reprochan que muchos médicos ni siquiera saludan cuando coinciden trabajando en las unidades.

Y no es la primera vez que se ven este tipo de artículos o comentarios referidos. Cuando se reclamó el nivel A1 para todos los grados, sólo alzaron la voz los representantes médicos al afectar en positivo a las enfermeras. En los comentarios a las noticias, se podían leer algunos que dan lugar a lo referido en ambos artículos, una actitud no solo clasista sino, también, completamente desorientada, con aires de superioridad y con la necesidad de recibir una medalla. Todo ello independientemente de las cualidades y resultados profesionales, más que cuestionables cuando se exponen tanto los galones.

En el mismo artículo, Julia cita un artículo de Álvaro Jiménez del mismo medio. En él se concluye que "la formación conjunta de médicos y enfermeros genera mejores profesionales". A parte de la lógica de la afirmación, resulta interesante valorar que durante el MIR, es habitual que los residentes se apoyen en las enfermeras para muchas cuestiones. Incluso puede observarse cuando un médico adjunto llega nuevo a un servicio.

La actuación de un equipo multidisciplinar implica abordar al paciente como una persona y no como las piezas de un juguete desmontable. La especialización de los médicos encuentra como punto de anclaje a las enfermeras y a las TCAE. Es más, las enfermeras que deciden estudiar medicina, muy comúnmente se dedican a UCI, anestesia y emergencias. No es casualidad, es que son las especialidades médicas donde el paciente se entiende más como un todo, no como el despiece habitual de otras ramas. También es casualidad que, generalmente, esos médicos son quienes tienen mejor trato con el resto de profesionales.

Si no es por el aprendizaje común y el trabajo en equipo, una enfermera nunca sabría cómo funciona una cama de hospital, hacer la cama del paciente, aprender a dar de comer y un largo etcétera de cuestiones que en las aulas universitarias no hay tiempo de aprender. Y no es una ofensa, o no debería serlo, que alguien de otra categoría profesional te enseñe algo. Precisamente ese ego de creer que un conocimiento no va con uno mismo, es fuente de ignorancia que emana profesionales mediocres.

Mi profesor de cuidados paliativos era el médico jefe de servicio de esa unidad. El mismo que ayudaba a dar de comer y hacía camas. Fueron los Técnicos de Emergencias quienes me enseñaron hasta el último milímetro cuadrado de la ambulancia y sus funciones, movilizar politraumatizados o cómo trabajar en una parada cardio-respiratoria. Y cada día es más preocupante la actitud negligente de no querer saber, la vaguería y el desamparo que ello provoca en los pacientes.