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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

La oferta de la vida


El jueves 2 de mayo fallecía un estudiante de periodismo de Valladolid por causas desconocidas a nivel público. Los titulares referían que se debió a una convulsión, aunque esta, probablemente haya sido una consecuencia de otra patología y no la causa principal. No obstante y respetando el duelo de la familia, el forense habrá realizado la pertinente autopsia y, a nivel público, no es relevante indagar en la privacidad sanitaria del fallecido. Más bien resulta interesante plantearse cómo prevenirla.

Como punto principal, es importante que la población sea consciente de lo que puede o no hacer ante un suceso sin importar su magnitud. Nadie pide al ciudadano que sea capaz de extirpar un órgano en plena vía pública con sus manos. Tampoco elaborar un diagnóstico complejo. Mucho menos, ser capaz de iniciar un tratamiento definitivo para una enfermedad que requiera ingreso de cuidados intensivos. Pero si es cierto que cualquier persona puede seguir unos pasos sencillos que pueden salvar vidas.

Solamente si nos basamos en los datos de la web Ahogamiento.com que evalúa los incidentes en el medio acuático, ya se observa la clara tendencia a la supervivencia del ahogado cuando recibe primeros auxilios (PPAA). En los lugares con vigilancia de socorrista la mortalidad es inferior radicalmente dado que se produce el rescate, alerta al servicio de emergencias sanitarias y atención del ahogado. Posteriormente, los datos se pueden ofrecer a través de los propios sistemas sanitarios, donde se evalúan las secuelas de la persona atendida tras la Parada Cardio-Respiratoria (PCR).

Este dato es importante para comprender la necesidad de actuar ante una necesidad, aunque las excusas puedan comenzar por el hecho de que el socorrista acuático es un profesional destinado a ello. Sin embargo, la estadística nos sirve como punto de partida para evaluar las necesidades y prioridades del sistema sanitario sobre el sistema educativo. O, al menos, para dar voz a las peticiones que llevan años sobre la mesa sin que se tome una determinación clara, ni por parte de los gestores políticos, ni por parte de la propia población.

Aunque el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) contempla los PPAA tras el RD 217/2022 dentro de Educación Física, la realidad es que no se puede cuantificar el grado de aprendizaje de los mismos. Básicamente porque no se cuenta con personal sanitario para impartirlos, reciclarlos o evaluarlos. Con esto no pretendo poner en duda que haya profesores capacitados para enseñar estas competencias, pero no sería lógico que un economista sea el profesor de biología, aunque pueda tener amplios conocimientos sobre la materia. Al menos cuando existen otras opciones más beneficiosas.

Es importante destacar que en algunas autonomías ya se contemplaron estos contenidos para ESO y Formación Profesional anteriormente. Es más, yo mismo he impartido de forma altruista esas materias durante algunos años en un instituto de Segovia, dedicando una sesión práctica complementaria a la teoría que se supone que recibían los alumnos. Sin embargo, la situación vivida en la Universidad de Valladolid hace unos días, así como otras tantas que se observan a diario, da lugar a reflexionar que el sistema tiene fugas importantes en este conducto de conocimientos.

¿Cuánto vale terminar con una vida? Es un dato que puede aportar un sicario si hablamos de forma directa. En caso de valorar la actuación indirecta, es claro, 0€. La omisión del deber de socorro, la falta de implicación o no seguir las instrucciones del servicio de emergencias pueden empeorar la situación y terminar con la vida de una persona. Pero si valoramos cuál es el precio de salvar a alguien, obtenemos el mismo resultado. Desde 0 euros tenemos la oferta de la vida, solamente por prestar atención a la información recibida y poner un mínimo interés en ayudar a alguien.

Con esto no pretendo asegurar que el estudiante de periodismo siguiera vivo hoy, como indicaba al principio, las causas pertenecen al ámbito privado. Pero sí se puede garantizar que hay mayor supervivencia cuando la población alerta a los servicios de emergencia y sigue las indicaciones que se les ofrecen por teléfono. Con ellas podemos evaluar si existe paro cardiaco e iniciar la Reanimación Cardio-Pulmonar (RCP), lo puede diferenciar la vida de la muerte del paciente. Un gesto que salva vidas por el módico precio de 0 euros, al alcance de cualquier ciudadano, independientemente de su edad. Y todo ello, con la conciencia tranquila de haber hecho todo lo posible.