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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

¿Faltan sanitarios?


En los últimos meses se han lanzado al aire afirmaciones de muchos tipos sobre los sanitarios. No han cesado los mensajes en prensa y redes sociales, desde quienes defienden al personal sin miramientos hasta quienes destripan al personal perteneciente a la administración pública. En especial, se ha tratado el tema de los médicos a partir de la huelga de tres meses en Madrid que se cerró con un aumento del salario hace unas semanas.

Entre otras afirmaciones, se ha hablado de problemas como la escasez de personal provocada por el desinterés a la profesión, la fuga de titulados al extranjero y la sobrecarga asistencial, que implica retrasos en consultas. Si bien es cierto que hay necesidad de personal, la demanda sanitaria ha aumentado en los últimos años, parcialmente por consecuencia de la COVID y el envejecimiento de la población. Además, ha crecido el número de urgencias con procesos no urgentes que terminan atrasando toda la asistencia.

Si se pretende basar la argumentación en el desinterés, habrá que reconocer que la premisa no es correcta. La estadística de estudiantes de formación universitaria sanitaria muestra un aumento en los últimos años, con mayor oferta de plazas tanto en universidades públicas como privadas. Generalmente, se completan todas las plazas de medicina, enfermería y fisioterapia y el abandono de estos estudios es similar a otras carreras. Sin embargo, fisioterapia tiene más empleabilidad en el ámbito privado por su injusta infravaloración en el sistema público.

Suele asociarse la premisa del desinterés al salario, especialmente el de los médicos. Y aunque la remuneración de los sanitarios es más baja que la de otras áreas de la administración pública, la ?discrepancia salarial? se aprecia más al bajar la categoría profesional. Cierto es que los salarios se parecen en cuantía, pero las jornadas laborales no son de lunes a viernes por la mañana. Hay que recordar que en sanidad hay asistencia las 24 horas del día, se trabaja mañanas, tardes y noches; incluidos los sábados, domingos y festivos. Pero, a pesar de que el salario resulte inferior a otras profesiones comparando la jornada, no parece ser una causa, teniendo en cuenta que las plazas universitarias se agotan. En realidad, los salarios deficientes son más bien una desafortunada consecuencia de la ley de oferta y demanda de personal.

Otro aspecto que suele citarse es la fuga del personal al extranjero: se da por supuesto que un gran número de médicos formados en España acaban buscando empleo fuera. Sin embargo, los datos no son tan abrumadores como se insinúa. Cabe señalar, por ejemplo, que la búsqueda de empleo sanitario en otros países de Europa es liderada por las enfermeras, que encuentran allí mejores condiciones laborales, formación gratuita y promoción laboral. Ya en 2016 se databan más de 8.000 enfermeras que trabajaban fuera de España, siendo el Reino Unido el mayor receptor.

Finalmente, si analizamos las protestas de los sindicatos, siempre empiezan hablando de mejoras para el paciente, pero luego esas reivindicaciones suelen olvidarse cuando se ofrecen aumentos de remuneración, como ha sucedido en Madrid. Si la protesta pretendía cambiar el sistema de trabajo, ¿por qué seguir luchando por ello sin que pudiera acallarse la protesta con un talonario? Existen intereses de todo tipo, incluso hay quien no quiere cambiar nada porque encuentra algún beneficio en el caos.

La semana próxima trataré de explicar dónde entiendo que está gran parte del problema, en vista de que las premisas que escuchamos no son totalmente ciertas. ¿Faltan sanitarios? En cierta manera sí, pero no es solo una cuestión de cantidad. También hay cuestiones de calidad.