Nada es imposible; y menos cuando hay mimbres. Solo había que tocar una tecla, esa que Luis César Sampedro fue incapaz de encontrar durante casi una temporada entera. El cambio en el banquillo llegó parte, pero finalmente se hizo y el Real Valladolid despertó en el mejor momento para clasificarse para el play-off de ascenso a Primera.

 

Los jugadores son los mismos que con Luis César, aunque las sensaciones son completamente diferentes. En aquel momento el equipo estaba muerto y no sabía qué hacer para sacar adelante sus partidos. Aferrado a Mata y a que el intercambio de golpes le favoreciera.

 

Las ideas se refrescaron con la llegada de Sergio González; o, más bien, el técnico catalán hizo que estas se refrescasen. Rescató del exilio a Nacho y Míchel para convertirles en los jugadores que son, y como titulares. En esa nueva ronda de oportunidades también tuvo la suya Toni, que está rayando a un gran nivel y sacando todo lo bueno que tiene dentro. Solo había que darle confianza.

 

¿Tan difícil era todo esto? Para Luis César, sí; para Sergio, no. El entrenador de Hospitalet de Llobregat arribó a Zorrilla con una idea muy clara y la ha sabido transmitir. Además, ha recuperado la confianza dentro del club y fuera de él, ya que este Real Valladolid parece otro. Ante Osasuna fueron más de 22.000 las personas que acompañaron al Pucela y le ayudaron a dar el último empujón. Un 'milagro' que todavía puede ser mucho más grande.