De ahí que la legislación internacional y nacional no haga otra cosa que reconocer ese estatus natural y las confesiones religiosas lo eleven a un signo sagrado según su propia doctrina.
Si bien es verdad que durante los últimos años se ha ido debilitando la consideración social del matrimonio, de la estabilidad familiar y del compromiso matrimonial. Las políticas impuestas desde la perspectiva de género hacen que el matrimonio sea el contrato civil más fácil de romper, a los tres meses el papel firmado ante un funcionario público deja sin garantías a los que quieren formar una familia estable.
A pesar ello, seguimos siendo mayoría los matrimonios que luchamos día a día por dar testimonio público de nuestro compromiso personal y social. En la Unión Europea siete de cada diez parejas están casadas [1].
Y es que la familia sostenible, es decir aquella que funciona y hace que las cosas funcionen, está silenciada por los medios de comunicación y por el ruido político de la ideología de género. La familia que funciona es aquella que es estable, condición principal y necesaria para promover el bien de todos sus miembros y contribuir al bien común o estado de bienestar.
Estas familias, las silenciadas por los medios, generan multitud de beneficios para los cónyuges, para los hijos y para todo el conjunto de la sociedad. A veces lo obvio hay que decirlo porque hay voces empeñadas en silenciarlo. Los estudios [2] demuestran que en aquellas familias que funcionan:
- Los cónyuges, marido y mujer, tienen mayor esperanza de vida, menores índices de enfermedades mentales y alcoholismo y menores registros de violencia doméstica.
- Los hijos de estas familias estables tienen menores índices de mortalidad infantil, menor tasa de alcoholismo y drogadicción, menores indicadores de delincuencia a partir de la pubertad, mejores resultados académicos y menos comportamientos disruptivos en el aula, menor incidencia de enfermedades mentales, menos relaciones sexuales precoces y, por tanto, menos embarazos adolescentes o imprevistos y menos enfermedades de transmisión sexual.
- La familia estable, natural, ecológica y sostenible aporta a la toda la sociedad un menor coste social, tanto para sus miembros como para el Estado, mayores ratios de disciplina en el cumplimiento de las normas legales y sociales y mayor índice de contribución a la financiación de la seguridad social.
Por el contrario, existen investigaciones realizadas en distintos países europeos, que cifran el coste de las rupturas familiares para el Estado en varios miles de millones de euros. Esto es así porque sus consecuencias suponen altos costes en prestaciones sociales, seguridad social, acogida de menores, cuidados de ancianos y enfermos crónicos…
En definitiva, la familia es algo bueno, por ello hemos de hablar siempre bien de lo bueno, bello y verdadero. La familia no es una teoría o una entelequia o una celda en la que sus miembros están presos irremediablemente y tienen que vivir tristes, sino más bien una realidad feliz y gozosa, un proyecto de vida pleno y una forma ilusionante de estar en el mundo y contribuir a su bienestar. Una familia numerosa, estable y comprometida es la mejor ONG y en ella todos podemos formar parte activa como personas y como ciudadanos.
Notas:
[1] People in the EU – statistics on household and family structures, (junio de 2015) http://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php/People_in_the_EU_%E2%80%93_statistics_on_household_and_family_structures#Marriage
[2] La familia sostenible. Informe 2009. The Family Wacht. En él se citan 115 investigaciones recogidas en revistas de reconocido prestigio internacional a nivel universitario.
[3] Imagen tomada de https://pixabay.com/es/familia-los-ni%C3%B1os-silueta-961307/